JUAN GRABOIS DETENIDO TRAS OCUPAR ILEGALMENTE EL INSTITUTO PERÓN: ESCÁNDALO Y REPUDIO GENERALIZADO.

1. Grabois detenido por usurpación
El dirigente piquetero Juan Grabois fue arrestado este lunes luego de haber ocupado de manera ilegal el Instituto Nacional Juan Domingo Perón, ubicado en la Ciudad de Buenos Aires. La ocupación fue llevada a cabo por miembros de su organización, en un acto que generó repudio transversal en el arco político.
2. El motivo de la toma
Grabois y un grupo de militantes justificaron la acción como un “acto de resistencia simbólica” frente a lo que consideran el “vaciamiento de las conquistas sociales del peronismo”. Sin embargo, el ingreso forzado y sin autorización fue calificado como delito flagrante por parte de la Policía de la Ciudad.
3. Intervención policial inmediata
La fiscalía actuó con rapidez y ordenó el desalojo del lugar y la detención de Grabois, quien fue trasladado a una dependencia judicial. Se le imputan los delitos de usurpación, daño a la propiedad y resistencia a la autoridad, según fuentes judiciales.
4. Condena generalizada
Dirigentes de La Libertad Avanza, el PRO y sectores del peronismo tradicional criticaron duramente el accionar del dirigente social. Desde el gobierno nacional calificaron el hecho como “un ataque directo a las instituciones democráticas”, y celebraron la actuación de la Justicia.
5. El peronismo se distancia
La conducción del PJ tomó distancia de Grabois, aclarando que el Instituto Perón no tiene relación alguna con sus acciones. Incluso sectores del kirchnerismo rechazaron la metodología violenta, en lo que puede leerse como un aislamiento creciente del líder de Patria Grande.
6. ¿Una jugada desesperada?
Analistas políticos consideran que este tipo de acciones reflejan el ocaso del liderazgo de Grabois, quien no logró capitalizar su perfil de “militante del pueblo” en términos electorales, y hoy recurre a gestos radicalizados para recuperar visibilidad.
7. Conclusión
La detención de Juan Grabois marca un punto de inflexión en la relación entre el activismo social combativo y el poder institucional. En un país que demanda orden y legalidad, los actos de provocación ya no generan épica, sino rechazo.
Y Grabois, cada vez más solo, paga el precio de no haber sabido leer el nuevo clima político.