POR QUÉ DEBEMOS CELEBRAR EL DÍA DE LA RAZA Y NO EL “DÍA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS.

El 12 de octubre representa uno de los hechos más trascendentes de la historia universal: el encuentro de dos mundos. No fue simplemente la llegada de Colón a América, sino el inicio de una nueva civilización que fusionó valores europeos, lenguas, creencias y tradiciones con las culturas locales, dando origen a la identidad hispanoamericana.
Durante siglos, esta fecha se celebró como el Día de la Raza, símbolo de la unidad cultural, religiosa y lingüística que nos une con España y el resto de Iberoamérica. Fue una jornada de afirmación de raíces, de reconocimiento a una herencia que consolidó naciones, universidades, derechos y la fe cristiana como base de la organización social.
Sin embargo, durante los gobiernos kirchneristas, se intentó redefinir el 12 de octubre como “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, imponiendo una lectura culpógena y fragmentaria de la historia. Esta reinterpretación promovió el resentimiento y la división, priorizando una mirada ideológica que niega la realidad del mestizaje y la herencia hispana que nos dio identidad común.
La historia no puede juzgarse con los criterios del presente. La conquista fue un proceso complejo, pero también fue el punto de partida de una cultura compartida, de una lengua que hoy une a más de 500 millones de personas, y de una civilización que forjó las bases del pensamiento occidental en el continente.
Celebrar el Día de la Raza es celebrar la integración, la historia y la identidad argentina dentro del mundo hispano, reconociendo que somos fruto del encuentro y no del enfrentamiento.
Es momento de recuperar el orgullo de nuestras raíces, dejar atrás el relato del odio y volver a honrar el legado de quienes hicieron posible la cultura que hoy compartimos.