“LA MADRE DE TODAS LAS DERROTAS”: EL PERONISMO ENTRA EN PÁNICO ANTE UNA ELECCIÓN QUE PODRÍA SER CATASTRÓFICA

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Durante décadas, el peronismo construyó una narrativa poderosa: la de ser el único movimiento capaz de garantizar gobernabilidad, votos y presencia territorial real. Cada elección era una reafirmación de ese poder simbólico y práctico. Pero ahora, esa maquinaria está herida, desorganizada y en retirada.

A poco más de cuatro meses de las elecciones legislativas, ya no hay dudas en el propio peronismo: el panorama es desolador, el clima interno es de desesperanza, y algunos ya se animan a decirlo con todas las letras:

“Nos espera la madre de todas las derrotas”.

Crisis terminal de liderazgo

La fractura entre Axel Kicillof y Cristina Kirchner no solo es profunda, sino estructural. No hay conducción unificada, no hay plan nacional ni vocación real de reconstrucción, y cada tribu peronista —intendentes, sindicatos, La Cámpora, gobernadores— juega por separado o directamente se esconde.

La pregunta ya no es si pueden ganar. La pregunta es cuánto van a perder y si podrán sobrevivir como fuerza política relevante luego del 2025.

Milei rompió el tablero, el PJ no sabe jugarlo

El fenómeno Milei no solo le robó votos al kirchnerismo: le robó el monopolio de la calle, del discurso antipoder, de la épica y hasta de los sectores populares. Mientras el oficialismo propone ajuste con propósito, el peronismo solo ofrece nostalgia y silencio.

Sin épica, sin candidato y sin votos

Las encuestas muestran a La Libertad Avanza primera en intención de voto nacional. El PRO, aunque golpeado, mantiene base. ¿Y el peronismo? Dividido, sin candidato competitivo y con una narrativa agotada.

Las últimas elecciones provinciales (6) mostraron derrotas constantes, a un PJ tercero en varias provincias clave. Y eso es más que una señal: es el acta de defunción de su centralidad política.

¿Qué puede salvarlos?

Nada que hoy esté sobre la mesa. Ni una alianza entre Kicillof y Cristina, ni un relanzamiento de La Cámpora, ni el operativo clamor de los intendentes. El peronismo está desconectado de la calle, del clima social y del momento histórico. La sociedad cambió, y el partido que se decía “movimiento” quedó estático.

Conclusión

Lo que asoma no es una elección más. Es un parteaguas. Si el peronismo pierde masivamente en octubre, no será solo una derrota electoral: será el fin de una era. La era del poder automático, del voto fiel, del aparato invencible.
Y con eso, cae también el mito de que “el peronismo siempre vuelve”. Porque esta vez, puede no volver más.